Una caja de pizza
Yendo en un carro público, en una tarde lluviosa, con algunos 30 grados de temperatura, ya apretada por la estrechez del auto y el otro pasajero, subió una señora que llamó particularmente mi atención.
No tenía más allá que una figura femenina común, y ataviada con vestimenta similar a la mía, pero, llevaba en sus manos una caja de pizza y en su cara, una expresión de alegría, satisfacción, felicidad, entusiasmo que casi competían con el logo marcado en esa cuadrada y preciada caja.
Imaginé tantas cosas, hasta vislumbré el feliz rostro de su pequeña al verla llegar con el manjar de niños y adultos. No, no la conozco, no se si en verdad tiene una niña, un varón o cuántos de ellos; pero una pequeña bolsa rosa con muñecas, en su otra mano, me hizo pensar que la pizza sería compartida con una juguetona y cariñosa pequeña.
Pero, volvamos a la expresión en el rostro de la madre, porque definitivamente, era una madre. Su rostro me recordó tantos momentos similares en mi vida, tantos episodios con mis varones pequeños, y muchos ahora de grandes, que casi asomó una lágrima de gratitud al Eterno, por bendecirme con ellos.
Sentí gratitud, alegría y satisfacción por mi, por ella; por todas las madres que cada día hacemos un espacio para suplir y agradar a nuestros hijos.
Una pizza, una caja con pizza, recreó en mi tantas emociones, que pudiera escribir más sobre ello, pero quiero dejarte este trozo de mi imaginación, para que abras tu mente y hurgues en ella buscando momentos de alto valor, pero de poco precio, que han traído satisfacción y gratitud a tu vida.
Hasta la próxima.
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